de mis consideraciones
- Catherine Torres
- 24 may 2021
- 1 Min. de lectura
Querida vieja amiga,
Te escribo a contar que ahora soy grande, llegué a la adultez que tanto le temíamos. Mis canas no paran de salir, la tristeza sigue rondando de vez en cuando, la familia ha crecido. Y, también, te escribo porque te he extrañado.
No creas que te dejé atrás; no del todo al menos. Sé que por mucho tiempo quise huir de la prisión que sentía en ti, la negatividad, la depresión y la guerra que era vivir contigo. Me disculpo por darte la espalda, de nuevo.
Sin embargo, hoy te reconozco, te abrazo y te agradezco. De todo corazón, gracias por convertirme en quien soy hoy. Gracias por haber salido de ese pozo que parecía que solo se hacía más profundo, gracias por haber sido la niña fuerte que te tocó ser.
Discúlpame por dejarte en una caja debajo de mi cama con el resto de mis cosas. A veces apareces en recuerdos, otras te encuentro en carpetas viejas. Y mi más sentido pésame en todos tus lutos.
Amiga, mi queridísima amiga, hoy más que nunca te sostengo y te abrazo. Sería mentirte el decirte que sin ti todo ha estado mejor pero, como dice mi ñaña, huir nunca ha solucionado nada. También te escribo a contar uno de mis descubrimientos: somos nuestro peor enemigo. Así que, amiga, no cedas a la comodidad del dolor.
De nuevo, gracias por estar; aún con las tantas veces que te he fallado.
Un cálido abrazo,
tu querida presente amiga.
Comments